Travesía a pie sobre la arena, de Alex Mariscal

foto de Eduard Serra


Alanda

Marcat Danza (Estados Unidos / España) presentó la noche del 8 de octubre en el Ateneo de la Ciudad del Saber su espectáculo Alanda, una coreografía de Mario Bermúdez Gil. 

 Cinco ejecutantes vestidos con una paleta de colores bage aparecen en una onírica atmósfera cálida de arena y bruma. El sonido es orgánico; el espacio, caliente; el tiempo, remoto. La música hace un recorrido evolutivo que nos transporta desde un lugar europeo hacia el oriente medio, hacia culturas lejanas y desérticas. La gestualidad repetitiva afirma, sobre un hostil camino, una larga travesía, con rupturas para dirigirse al cielo, a la celebración, al gozo de haber llegado a algún sitio. Alanda hace alusión a la confluencia en Andalucía de muchas culturas.
En el elenco se mezclan bailarines españoles, italianos y norteamericanos, lo que ya es un viaje en sí mismo en lo transcultural, con el consecuente intercambio de lenguas, música, bailes, rituales. Los sonidos, desde los orgánicos y sutiles hasta los incorporados por cuerdas, vientos madera y tambores de guerra, así como la luz, van creando una puesta en escena que cobija a los ejecutantes. La ejecución de las diversas variaciones de la célula de movimiento original se va desarrollando en colores sensoriales que llevan a un acertado clímax, con fuerza, y con ritmo exigente para cada uno de los bailarines. Cuando el lenguaje coreográfico es claro, el público se identifica y reacciona: «me hicieron llorar», dijo una espectadora, con su risos tirados al aire. Yo me identifiqué con ella, aunque no lloré.
En el cierre de la pieza, con los tambores y la destreza de los cuerpos resonando en el filo de un tempo percusivo y épico, también vi los camellos, corrí y corrí para llegar pronto al próximo destino.

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